Vida Cristiana Un matrimonio para su gloria

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El matrimonio es una unión del cuerpo, del alma, y del espíritu, algo que no sucede simplemente al dormir juntos...

Texto: 1ra a los Corintios Capítulo 06: 20 “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.  Vivimos en una cultura en transi­ción; los valo­res ético-morales son discutidos tanto fuera como dentro de la Iglesia, han sido extirpados y sustituidos por una mezcla de filosofía humanista y sincretismo religioso. Bien, y si es así, ¿dónde estamos? Los cristianos están confusos, no saben se­guro lo que han de creer, no saben lo que es tradición y lo que es bíblico, quieren rechazar las tradiciones de los hombres en favor de una posición más bíblica, pero no saben como encontrar la ayuda que necesitan. De modo que todo esto hemos de tenerlo en cuenta como fondo para nuestra discusión. ¿Qué es el matrimonio? El matrimonio no es sólo el principal bloque en que se edifica la sociedad en general y la Igle­sia en particular, sino que ocupa un lugar clave en la vida humana. Es la unión de un hombre y una mujer mediante determinados ritos o formalidades legales y que es reconocida por la ley como familia. ¿Qué es integridad? Es Calidad de íntegro, que está completo o tiene todas sus partes, que posee entereza moral. ¿Estas interesado en una vida matrimonial larga y saludable?. Entonces sigue fielmente los principios y mandamientos de la Biblia. El conocimiento moderno solo reinventa y demuestra lo que los Cristianos han sabido por siglos: Procedemos del cielo, Dios nos diseñó y Él conoce mejor lo que produce armonía y felicidad. Esto será verdadero, generación tras generación. El verso leído muestra el primer principio que deseo destacar: Le pertenecemos a Dios. Usted y su cónyuge son su propiedad para gloria de Él. Si el matrimonio fuera de origen humano, en­tonces el hombre tendría derecho a des­cartarlo. Pero como fue Dios el que instituyó el matrimonio, sólo Él tiene derecho a eliminarlo. Él nos ha dicho que el matrimonio no dejará de ser hasta la vida venidera (Marcos 12:25; Lucas 17:26, 27). Y el matrimonio no puede ser regulado según el capricho humano. El matrimonio está sujeto a las reglas esti­puladas por Dios, si Él no hubiera dicho nada más sobre el matrimonio después de establecerlo, nosotros mismos habríamos tenido que fijar sus reglas por nuestra cuenta, pero Él no nos dejó a oscuras; Dios ha revelado su voluntad sobre el matrimonio en las páginas de la Biblia. Mucho tiempo antes de la existencia del Estado y de la iglesia el matrimonio fue instituido. Siglos más tarde, Moisés, que representaba la autoridad civil y religiosa, permitió a los Israelitas divorciarse por casi cualquier causa. Los fariseos, que representaban la iglesia judía con poder civil limitado, preguntaron a Jesucristo: "¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?" Jesús respondió: "Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así" (Mateo 19.7, 8). Hay que notar que los fariseos dijeron: "mandó Moisés", pero Jesús les corrigió, y dijo: "Moisés os permitió". El versículo 6 de esta referencia da una conclusión al asunto: "por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre". De esta manera la iglesia no tiene base bíblica para legislar o ejercer control sobre esta relación. Lo único que puede hacer la iglesia es enseñar lo que Dios ha mandado en relación al matrimonio. No debe ir más allá de esta enseñanza o alterar cualquier doctrina dada por el creador y Legislador al matrimonio. La iglesia no puede prohibir el matrimonio de aquellos que cumplen los requisitos bíblicos (1 Timoteo 4.3; Hebreos 13.4); tampoco lo puede imponer (Mateo 19.10, 11; 1 Corintios 7.1, 2, 8, 32-35). El celibato es un consejo paulino, pero no un requisito. No es para todos. El matrimonio es de Dios y no de concilios o iglesias; sean éstos judíos o gentiles. Cuando se violan los estándares divinos se producen caos insospechados en dicha sociedad. ¿Donde se origina el mal que destruye la relación Matrimonial saludable? “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”. Efesios 5:31 Buenos o malos, cariñosos o indiferentes, presentes o ausentes, nosotros los padres, nos convertimos en el mensaje visual que damos a nuestros hijos, un mensaje que dice: “Esto es ser una mujer, o esto es ser un hombre”. Los roles del matrimonio no son currículo en la escuela, aunque influye no se aprenden en las calles; lo formamos habitualmente de nuestros padres, en el seno del hogar. Una de las necesidades más apremiantes hoy, es conocer cómo el hombre y la mujer deben tratarse en el contexto del matrimonio. Las cosas han cambiado mucho en las últimas décadas. Hace algunos años, los hijos tenían ejemplos de cómo los esposos y esposas debían comportarse, pero actualmente en muchos hogares, sino en la mayoría, los niños están creciendo sin esos puntos de referencia debido a la ausencia del padre, la madre o ambos en el hogar, además de la confusión que brinda la distorsionada imagen de iguales géneros en convivencia íntima. Pablo escribió sobre cómo el esposo debe tratar a su esposa. En su carta a los Efesios, Pablo dijo que los esposos deben amar a sus esposas, como Cristo amó a la iglesia, luego Pablo hace una declaración sorprendente: “De igual manera, los esposos deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos”. (Efesios 5:28) ¿Cómo ama a su esposa al amarse a sí mismo? El amor a uno mismo significa: “Primero yo” y cuando mi objetivo personal es satisfecho, olvido a los demás. Pero Pablo no está hablando de ese tipo de amor, él se refiere a esa relación cuando los dos se convierten en uno, cuando dos cuerpos así como dos espíritus dejan de ser entidades individuales y egoístas que quieren conseguir su propio bienestar. Es una unión del cuerpo, del alma, y del espíritu, algo que no sucede simplemente al dormir juntos. Pablo dice que así es cómo los esposos deben tratar a sus esposas, con ternura, sensibilidad, cuidado y amabilidad, un panorama muy diferente de lo que encontramos en la vida real. Es triste que aprendamos muy tarde en la vida que los roles del matrimonio no son virtudes que se tiran por la ventana, sino puntales en la vida. Si bien es cierto que nuestra sociedad se ha vuelto miope, la persona que piensa claramente y considera las consecuencias de sus acciones encontrará que Dios todavía bendice a aquellos que honran y obedecen su plan para la vida matrimonial. Dios les continúe bendiciendo.  Este artículo se ha leído: [hits] veces

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