Familia cubana en crisis: sanando a los dejados atrás

General Familia cubana en crisis: sanando a los dejados atrás

0 2
Jehová edifica a Jerusalén; A los desterrados de Israel recogerá. El sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas. Sal 147:2-3

Nasín con apenas nueve años de edad, llevaba un par de días solo en su casa cuando su abuela llegó a recogerlo. Su madre sin poder llevárselo había salido apresuradamente de Cuba para reunirse con el padre del chico en Miami.

En pocos días el niño tuvo que trasladarse a su nuevo hogar a más de 400 kilómetros de sus antiguas amistades, escuela y ciudad que le vio nacer.

Ahora estaba con personas a las que raras veces había visto antes y para las que él era un desconocido. La crisis no tardó en llegar y en pocos días había sido bautizado como “un malcriado”.

A la familia de acogida se le hizo insoportable cuidarlo y finalmente tuvo que trasladarse a una zona rural con unos parientes lejanos a los que no conocía, esperando que sus padres le reclamen algún día.

La historia de Nasín no es un caso aislado, Yona tiene una historia similar al igual que otro chico en mi barrio, todos abandonados por sus padres para darles un futuro “mejor”.

Pretender juzgar las motivaciones personales de los que se marchan en semejantes condiciones no es la razón de mi reflexión, solo diré que empiezo a notar que aquel orgulloso slogan de “ser más madre que mujer” ha empezado a ser cuestionable ante una tendencia al abandono que no dejará un saldo positivo en la vida de esos que quedan atrás.

En efecto, “el abandono produce en los niños secuelas imborrables, daños psicológicos, incompatibilidad con la sociedad, problemas en su desarrollo social, emocional y de personalidad dependiente.”, según la Revista Conrado, 18(S1)

Lili tuvo que sufrir el abandono temporal de su madre que salió de misión para poder darle una casa donde vivir porque su padre los había abandonado antes de que ella naciera.

A los dos años fue dejada con su abuela y hasta el día de hoy siente que todos esos años que su madre estuvo fuera no valen la casa donde vive, su abandono le robó algo que no recuperará.

Con lágrimas en los ojos dice: “Mis miedos, mis inquietudes, mis primeras instrucciones, los sentimientos que procese en esa etapa no fueron atendidos por mi madre y ahora es una total desconocida con la que no se empatizar.”

José, ha estado consumiendo droga y alcohol, tiene tendencias suicidas, es violento, inseguro y le cuesta trabajo relacionarse emocionalmente. A sus veintitantos años tiene una relación tensa con su madre a la que continuamente le recrimina el haberlo dejado “botado”.

La cifra de los dejados atrás continúa aumentando fatalmente. Parece un hecho contra el que no se puede hacer nada. En ocasiones no son solo pequeños hijos los que se dañan, también son esposas que con el tiempo pierden el estatus al ser reemplazadas ante la imposibilidad de reunificarse, también padres ancianos a los que se les priva de volver a abrazar en vida a sus hijos queridos, o hermanos que no volverán a ver en años, sin mencionar amistades y compañeros.

Encontrar una familia que no haya sido dañada por la separación de uno de sus miembros es casi imposible.

En una sociedad como la nuestra donde por años la familia ha sido una institución de refugio y de cohesión el fenómeno migratorio está dejando un saldo desbastador.

El sentimiento de pérdida ha quedado sepultado por el bienestar perseguido, sin considerar los daños psicoemocionales imborrables que produce la separación para personas que no tienen la madurez o la capacidad necesaria para afrontar perdidas de este tipo y tarde o temprano experimentaran conductas derivadas de la carga emocional o los trastornos desarrollados.

La iglesia cubana encuentra un campo de acción sensible en familias desmembradas y sufridas, sin poder ofrecer una solución a la separación que les aflige tiene que concentrarse en acompañarlos en un proceso sanador, ayudarles a comprender la etapa de la vida que les ha tocado vivir, guiándoles a encontrar el consuelo en el procesamiento de su duelo y reenfocándose con el mínimo de daños.

Generar programas de familias con atención a la niñez puede ofrecer a la iglesia hoy una plataforma de acción en un área sumamente importante y en estado precario.

Sin duda estamos viviendo tiempos de ser usados nuevamente por Dios para sanar a los quebrantados y vendar esas heridas emocionales que amenazan con infestarse en esas familias en crisis.

Comentarios

  • Osmel Diaz Benítes

    hace 5 meses ·
  • Osmel Diaz Benítes

    La iglesia puede ocupar un importante lugar como institución en nuestra sociedad, se necesita mucho en este tiempo de profunda crisis, el tema de la emigración ha explotado frente a nuestras narices. ?que hacer?

    hace 5 meses ·